La historia del
Daiquiri comienza con dos amigos
estadounidenses, Harry E. Stout y el
ingeniero de minas Jennings S. Cox,
quienes cansados de beber siempre el
Planter’s Punch, decidieron crear
una receta con productos de la
localidad. Todo esto ocurrió en el
hotel Venus de Santiago de Cuba. Se
le dio el nombre Daiquiri por la
ciudad ubicada al sudoeste de Cuba,
lugar donde trabajaban. Luego este
cóctel se popularizó en el bar “El
Floridita” gracias al cantinero
Constantino Ribalaigua, quien luego
de cuatro versiones llega a la
definitiva, la perfecta número 4,
nombrada Daiquiri Floridita. Es esta
la que le da la vuelta al mundo, e
identifica al Daiquiri
internacionalmente.
Para lograrla se
hizo traer de los Estados Unidos una
máquina de moler hielo marca Flak
Mak; preparó una caja de metal con
agujeros en el fondo para conservar
el hielo triturado en buen estado,
agregó polvo de hielo y cinco gotas
de Marrasquino, lo batió en batidora
eléctrica y lo sirvió frappe, en
copa bien fría. Mantener un tiempo
de batido exacto y una proporción
inviolable de los ingredientes le
dan al Daiquiri Floridita su
densidad característica, su textura
única y su sabor inigualable.
Es por
esta época que Ernest Hemingway
descubre el Floridita y su Daiquiri.
Lo que pasaría después lo contó
Antonio Meilán, único sobreviviente
de los cantineros de Hemingway,
sobrino además de la esposa de
Constante. Una mañana, cuenta Meilán,
Hemingway llegó a "El Floridita" y
le llamó poderosamente la atención
la bebida que se servía y que todos
tomaban. Rápidamente se sentó,
degustó uno y dijo: "...está bien,
pero lo prefiero sin azúcar y con
doble ron". Entonces Constante
preparó uno a su gusto y se lo
sirvió diciéndole: "aquí tiene
Papa", que era como lo llamaban sus
amigos cubanos.
Así es como surge también el cóctel que
lleva su nombre: "Papa Hemingway".
|